lunes, 31 de mayo de 2010

TEORÍA DE LA MENTE Y ESPECTRO AUTISTA

Cuando somos testigos de cualquier tipo de actividad o secuencia de actividades llevadas a cabo por una persona o grupo de personas en general tendemos a asignarle algún significado. Somos proclives a explicarnos los comportamientos de los demás de tal manera que nos resulten consistentes y que otorguen cierta continuidad al devenir de las acciones de los otros y al discurrir de nuestros propios pensamientos.
Unos dirán que nacemos especialistas y eso nos hace humanos competentes para lidiar con la opacidad de la conducta ajena. Otros van a sostener que es la propia interacción en espacios de experiencia compartidos, la propia dimensión intersubjetiva, la que hace posible que nos convirtamos en hábiles mentalistas. Pero unos y otros no niegan que nuestra actividad comunicativa y nuestra vida de relación se ven seriamente afectadas si esa competencia falla. Buenos o malos lectores de las acciones o las interacciones de los demás, somos en fin, compulsivos lectores. Acciones, gestos, caras, miradas, diálogos; son vías regias para atribuir y descifrar la intencionalidad que a ellos subyace.
¿Qué ocurre que algunas personas son más expertas que otras para realizar estas lecturas? ¿Qué sucede que otras son apenas novatas o no aciertan en la lectura o son «analfabetas» o «ciegas» a esos particulares «grafismos», «garabatos» y «dibujos» mentales?
Participamos del supuesto siguiente: las acciones humanas son guiadas por representaciones, creencias y deseos internos. Suponemos interioridad en nuestros semejantes, isomórfica con nuestra propia interioridad. Poseemos un mundo experiencial susceptible de ser compartido con nuestros congéneres. Desde muy temprano compartimos experiencias. Comparte experiencias emocionales quien dialoga o discute con otra persona, quien le muestra un cuadro o un poema que ama, o una pareja cuando se mira a los ojos y crea un mundo. También comparte experiencias un bebé que le señala a su mamá un objeto con el fin de mostrárselo, con gestos que llamamos protodeclarativos (Belinchón, Igoa y Rivière, 1992). Con menor o mayor nivel de complejidad, todo aquel que comparte experiencias, necesariamente le atribuye al otro un mundo experiencial. ¿Qué sentido tendría si no el hecho de compartirlas?
Cierto es que aquello que aparece como evidente, claro y natural nos puede dar la idea -falsa- de que implica un proceso sencillo y simple. Pero a decir verdad, la complejidad que entrañan las comunicaciones humanas, las sucesivas y múltiples intuiciones y/o inferencias que se realizan en cada actividad interpersonal exige de nosotros una serie de competencias que nos permitan penetrar en los mundos mentales ajenos y propios.
Es precisamente el «ojo interior» del que nos habla Humphrey (1986), la «mirada mental» referida por Rivière y Núñez (1996), la que nos abre las posibilidades de desvelar la opacidad de la conducta de los otros, "leer" sus mentes, organizar el caos en el que nos sumiría la «ceguera mental» (Baron Cohen, 1995). Nos permite dar alguna interpretación a las conductas de las personas y realizar predicciones acerca de sus cursos de acción. Comprender que poseen deseos, creencias, intenciones. Un mundo de emociones y experiencias diversas.
Son los psicólogos los que tratan de comprender las conductas humanas; de explicar por qué la gente hace lo que hace de la manera que lo hace y predecir lo que las personas harán en el futuro, qué planes seguirán, qué estrategias pondrán en marcha. Astington (1993: 2) afirma que en ese sentido todos somos psicólogos.
Por su parte, señala Humphrey (1986) : «Hace quince años en ningún libro de texto que tratara el tema de la evolución humana se hacía referencia a la necesidad del hombre de hacer psicología: sólo se hablaba de la construcción de herramientas, del lanzamiento de dardos y de encender el fuego: es decir, de una inteligencia práctica más que social» (p. 42).
Resulta significativa está cita, por un lado porque revela que los intereses de algunos estudiosos de la evolución humana se dirigían hacia otros campos que los implicados por el desarrollo de las capacidades interpersonales y la teoría de la mente; por otro, porque promediando el año 2000 son muy numerosos los trabajos acerca del desarrollo de habilidades mentalistas y los déficits que supone su trastorno (Baron Cohen, 2000a).
La Teoria de la Mente
Carruthers y Smith (1996) sitúan como punto de partida de los trabajos de los psicólogos del desarrollo acerca de la teoría de la mente, el conocido texto de primatología de Premack y Woodruff (1978), donde se plantea el interrogante acerca de si los chimpancés tienen una teoría de la mente. De manera paradójica esta pregunta descubre otra serie de asuntos no menos triviales: ¿a qué se llama Teoría de la Mente? ¿Y qué ocurre con los humanos? ¿Resultará obvio preguntarse acerca de las capacidades mentalistas en aquellos de quienes prototípicamente se predica mente? (Rivière, 1991) En cualquier caso, ¿es una capacidad «natural» o es una «teoría» elaborada acerca de las demás personas y de uno mismo? ¿0 una conjunción de ambas posiciones?
La pregunta acerca de los chimpancés la responde Rivière (1997a: 6) cuando afirma que en todo caso, de poseerla, la suya sería una «teoría de la mente chimpancé». Es decir, ¿por qué habrían los chimpancés de compartir la teoría de la mente con la especie humana?. La pregunta inicial puede haber resultado ciertamente antropocéntrica, pero ha abierto un espacio de discusión fecunda.
Tal discusión está lejos de haberse cerrado. De hecho, si bien algunos autores son cautos a la hora de atribuir una teoría de la mente a los chimpancés, no dudan de que quedan cosas por explicar respecto de su comportamiento. De Waal, en una cita recogida por Baron Cohen (1995: 124) señala que el rol crítico del contacto ocular entre chimpancés es una característica en común con los humanos. «Entre los simios, es un prerrequisito para la reconciliación. Es como si los chimpancés no confiaran en las intenciones de los otros hasta no mirar sus ojos. ». Algo parecido nos pasa a los humanos si cuando tratamos de establecer una relación comunicativa con una persona, ella o él miran el suelo o dirigen sus ojos hacia el techo.
En el marco del modelo de lectura mental de Baron Cohen, el «Detector de Intencionalidad» (ID) y el «Detector de la Dirección Ocular» (EDD) funcionan en muchos primates y les permiten interpretar la conducta de otros animales en términos de metas y deseos. De lo que no existen evidencias es de que el «Mecanismo de Atención Compartida» (SAM) y el «Mecanismo de Teoría de la Mente» (ToMM) estén presentes también en estos primates.
¿En qué consiste el ToMM y cómo es su funcionamiento específico en los seres humanos?
El Mecanismo de Teoría de la Mente (ToMM), -cuyo nombre proviene de los trabajos de Alan Leslie (1987, 1994)- «es un sistema para inferir el rango completo de estados mentales a partir de la conducta, es decir, para emplear una teoría de la mente» (Baron Cohen, 1995: 51). Tal teoría de la mente incluye mucho más que la lectura de la conducta en términos de deseos e intenciones, la lectura ocular en términos de estados mentales perceptivos o el hecho de compartir estados mentales acerca de un objeto. ToMM es la vía para representar el conjunto de estados mentales epistémicos (tales como simular, pensar, creer, conocer, soñar, imaginar, engañar, adivinar) y relacionar todos los estados mentales -perceptivos, volitivos y epistémicos- con las acciones, para construir una teoría consistente y útil (Baron Cohen ofrece una exhaustiva revisión de experimentos que juzga como evidencia de los diferentes mecanismos que propone. La mención de ese caudal de trabajos empíricos excede el marco de este trabajo).
Los humanos somos, para Dennett, sistemas intencionales. A lo largo de nuestra historia evolutiva comenzamos preguntándonos a nosotros mismos si el tigre deseaba comernos, para seguir preguntando -desde una perspectiva animista- si los ríos querían alcanzar los mares o qué deseaban de nosotros las nubes como agradecimiento por la lluvia que les habíamos pedido y nos concedieron (1996: 33). La característica fundamental de la actitud intencional (intentional stance) es la de tratar a una entidad como un agente -atribuyéndole creencias y deseos- para tratar de predecir sus acciones.
Para Humphrey (1986), la mejor manera de caracterizar a los humanos es como Homo psicologicus. Su habilidad para interpretar los comportamientos en términos de estados mentales de un agente es el resultado de una larga evolución.
Frente a la expresión "teoría de la mente", cabría preguntarse: ¿por qué una «teoría»? Perner (1991), al caracterizar la mente, utiliza tres criterios: la experiencia interior, la intencionalidad (aboutness) y los constructos teóricos en explicaciones de la conducta. Con respecto a estos últimos, sostiene que los estados mentales cumplen un «papel explicativo en nuestra psicología del sentido común de la conducta» (p. 124). Cuando tratamos de explicar o predecir la conducta ajena y la propia utilizamos tales constructos teóricos, es decir elaboramos una teoría de la mente de los demás y de la nuestra. El propio Perner manifiesta que tal vez la etiqueta de teoría no sea la más adecuada; pero es una manera de hacer «observable» y susceptible de ser estudiado algo que hasta el momento pertenecía al dominio de la experiencia interna.
Para WeIlman (1990) «nuestro uso de términos mentales comunes, nuestras asunciones cotidianas de otros pensamientos y los métodos que utilizamos para evaluar nuestros pensamientos y los de otros tienen una base reminiscente en constructos de las explicaciones teóricas de la ciencia» (p. 109).
Las expresiones "Teoría de la Mente", "psicología popular", "psicología intuitiva", "capacidad mentalista", son utilizadas por algunos autores como equivalentes (Baron Cohen, 2000b).
Para referirse al desarrollo del conocimiento infantil acerca de las personas con sus correspondientes estados mentales, Hobson (1991) prefiere utilizar otras explicaciones teóricas. «Sugiero que es más apropiado para los psicólogos, pensar en términos de cómo los niños adquieren una comprensión de la naturaleza de las personas y un concepto o conjunto de conceptos acerca de las mentes de las personas». Tal comprensión infantil está lejos de constituir una «teoría», no sólo por las características de dichos conocimientos, sino también por su modo de adquisición. El «niño-teórico» es concebido como un ser aislado, un sujeto casi «exclusivamente cognitivo», uno sobre el que es fácilmente aplicable la «metáfora computacional» (p. 19).
La tesis de Hobson es que el niño adquiere el conocimiento acerca de la naturaleza de las personas a través de la experiencia de relaciones afectivas interpersonales. Es la implicación intersubjetiva -para la que está biológicamente predispuesto- la que le permite la comprensión de la naturaleza subjetiva.
La concepción de Hobson acerca del desarrollo de la mente y las capacidades de implicación intersubjetiva (1993) y la de Trevarthen (1979, 1998) acerca de la intersubjetividad primaria y secundaria, su papel en el desarrollo simbólico y la propia organización del self son en muchos sentidos complementarias. Por un lado porque ponderan el papel de las relaciones sociales en la constitución del sujeto (lo cual es compatible con una concepción vigotskyana del desarrollo psicológico); por otro, porque tales relaciones involucran un proceso de experiencias emocionales y afectivas tempranas entre el bebé y las figuras de crianza. Experiencias emocionales que configuran progresivamente escenarios de significados compartidos, que se despliegan a modo de formatos (Bruner, 1983).
Nuestros primeros párrafos se referían a nuestra capacidad de «leer» otras mentes y desvelar la naturaleza de las capacidades que se ponen en juego en las relaciones interpersonales y en la práctica comunicativa cotidiana, pero también cabría indagar qué papel juegan dichas competencias a la hora de comprender las metáforas que crea un poeta o compartir una emoción personal e inenarrable frente a la singularidad de la episteme poética. Es evidente que no todos los sujetos poseen la misma capacidad para comprender o producir textos poéticos. Tal capacidad supone un sistema de suspensiones (Rivière, 1997) cuya explicación no puede reducirse a la psicología popular aunque se halle íntimamente ligada a ella.
El mundo humano parece habitar no sólo esas geografías más o menos exactas de lo que Bruner (1986) llamó modalidad paradigmática del pensamiento, sino también escenarios que violan las reglas de la lógica y de las máximas griceanas y siguen las vicisitudes de las intenciones humanas, entretejiendo una trama narrativa difícilmente reductible a la axiomática de los sistemas artificiales.
Rivière (1991) plantea y desarrolla los desafíos a los que se enfrenta la psicología cognitiva si pretende ser una disciplina objetiva acerca de lo mental. Se (nos) interroga sobre la posibilidad de mantener el estatuto científico y a la vez un enfoque mentalista en la psicología.
Analiza las características de la mente fenoménica -que llama «mente uno»-, de la mente computacional -la «mente dos»- y de la compleja relación entre «ambas mentes».
Las habilidades mentalistas humanas no son meras actividades de razonamiento, no pueden ser reducidas al plano de una axiomática lógica, susceptible de ser formalizada. Es decir, no estudiamos sólo la «mente dos» cuando tratamos de dar cuenta del funcionamiento del sistema mentalista.
Un sistema «colonizado» por experiencias emocionales y afectivas, por significados y sentidos, por una modalidad divergente de funcionamiento, es difícilmente atrapable por la sintaxis de los mecanismos de cómputo.
Teoría de la Mente y espectro autista
Modalidad paradigmática y modalidad narrativa de pensamiento son irreductibles y complementarias. El desarrollo de la organización narrativa de la experiencia humana (Guidano, 1987) no supone sólo la posibilidad de construcción de mundos ficcionales -que también es propia del hombre- sino la construcción de mundos reales, contextos compartidos, entretejidos en las experiencias interpersonales cotidianas de las vidas reales de los sujetos.
¿Cómo afecta las funciones sociales y comunicativas el déficit de lectura mental en el contexto de esa vida real? Baron Cohen (1999, adaptado de las páginas 9-12) responde:
- Falta de sensibilidad hacia los sentimientos de otras personas;
- incapacidad para tener en cuenta lo que otra persona sabe;
- incapacidad para hacerse amigos "leyendo" y respondiendo a intenciones;
- incapacidad para "leer" el nivel de interés del oyente por nuestra conversación;
- incapacidad de detectar el sentido figurado de la frase de un hablante;
- incapacidad para anticipar lo que otra persona podría pensar de las propias acciones;
- incapacidad para comprender malentendidos;
- incapacidad para engañar o comprender el engaño;
- incapacidad para comprender las razones que subyacen a las acciones de las personas;
- incapacidad para comprender reglas no escritas o convenciones.
Pongamos algunos ejemplos de niños y jóvenes con síndrome de Asperger. Aclaremos que hablar de "falta de sensibilidad hacia los sentimientos del otro" no significa que, a su manera, no puedan ser afectivos con las personas que quieren. Pero su forma de demostrarlo es diferente a la de otros chicos.
J. es un chico de 10 años con síndrome de Asperger. Al ver por primera vez a su maestro le comenta a su madre, en voz alta, "Qué (mala) pinta que tiene éste". Su madre se preocupa y me hace un comentario acerca de la forma de ser del niño y me dice que a veces la pone en apuros por su forma desinhibida de expresarse. Él no tiene la intención de agredir al maestro pero no es capaz de tener en cuenta que ese tipo de comentarios pueden herir la sensibilidad de las personas. Tampoco tiene la habilidad de disimular lo que está pensando o comentarlo en voz baja. Luego conversa con su maestro como si nada hubiera sucedido y lo invita a que un día vaya a jugar con su "play station''. J. Es sumamente candoroso y espontáneo. Pero esa espontaneidad puede llevarlo a no respetar convenciones sociales.
M. es un adolescente de 16 años con síndrome de Asperger. Conoce de memoria varios diálogos de películas de cine, sobre todo de dibujos animados y comedias. Cuando nos encontramos me pregunta si me ha gustado la película en la que "el niño dice..." y comienza a recitar un diálogo con las entonaciones y voces de diferentes personajes, sin reparar que no sé de qué película me habla, ni de qué escena, ni de qué personajes. No es capaz de darme, en ese contexto comunicativo, información relevante. Y para que la información sea relevante habría de tener en cuenta tanto lo que sé como lo que no sé. Dar la información necesaria para contextualizar su conversación e inhibir aquello que se supone constituye un contexto mental compartido.
S. se muestra incapaz de «leer» el nivel de interés del oyente por su conversación. No muestra preocupación por el hecho de que a mí pueda no interesarme lo que me cuenta. Le apasionan las marcas de los autos. Me comenta que los japoneses han fabricado autos de marca X y caracteriza los diferentes modelos, luego continúa con los automóviles americanos y europeos. Además, como trata de establecer un vínculo y tiene deseos de conversar, me pregunta, cada tanto, qué auto tengo, qué marcas me gustan, si prefiero los de cinco puertas o los de tres, cuáles son los colores de fábrica de ciertas marcas.
Por otro lado, para poder acercarse a otros y comenzar una conversación hay que ser capaz de leer ciertas claves contextuales (por ejemplo, si la otra persona no está ocupada o dialogando con otros). Con frecuencia M. se siente rechazado porque no puede ser capaz de comprender esas claves y generar estrategias para acercarse a sus pares. Además, si siempre que se acerca es para hablarles sólo de lo que a él le interesa, los demás tienden a alejarse. Como tiene un alto nivel de "inteligencia impersonal" tiene conciencia de que se queda solo y manifiesta que no consigue amigos. Esto lo pone muy triste. Necesita ayuda para poder tender "puentes" hacia los demás. No puede hallar las claves necesarias, en cada situación interpersonal, para tener éxito en establecer vínculos. Y este es un punto importante en la problemática del síndrome. No es que a M. no le interesen las personas. Pero personas y relaciones humanas en general son una especie de "misterio" para él. Así como para los demás puede constituir un "misterio" la forma de ser de M.
Imaginemos por un momento que no fuéramos competentes para comprender el engaño o engañar, para comprender la mentira o para mentir. Independientemente de la valoración moral de tales conductas, uno de los problemas con el que nos enfrentaríamos en las relaciones con los demás sería la imposibilidad para interpretar, comprender o anticipar la conducta de otras personas.
Si fuéramos «literales» a la hora de descifrar conductas y manifestaciones lingüísticas de los otros, nos sentiríamos frustrados y burlados en nuestra ingenuidad.
La distinción entre conducta e intencionalidad y la distinción entre realidad y ficción son características que en el hombre implican el desarrollo de competencias interpersonales fundamentales para su desarrollo normal.
Como señalan Sotillo y Rivière (en prensa) la conducta de mentira está estrechamente relacionada con la de engaño: aparece en situaciones de interacción social, es intencionada, utiliza habilidades relacionadas con la realización de inferencias mentalistas (de teoría de la mente), implica diferenciar la representación y el mundo, también implica diferenciar la representación propia de la ajena. Se da en conductas declarativas, en enunciados predicativos, y es una conducta expresada simbólicamente mediante un código lingüístico.
A la luz de las investigaciones sobre teoría de la mente (atribución de estados mentales a los demás y a uno mismo: estados mentales emocionales, epistémicos y de deseo), se puede considerar la función adaptativa cumplida por la comprensión y producción de engaño táctico y mentira en las relaciones sociales entre personas normales y el déficit que presentan las personas con autismo en tales competencias, lo cual daña radicalmente su vida de relación interpersonal.
Asimismo, se presentan serias anomalías en la comunicación y el lenguaje de manera temprana en el autismo. Para Bailey, Phillips y Rutter (1996) el nivel de lenguaje es buen predictor de los resultados psicoeducativos y está asociado con alteraciones de conducta, rendimiento cognitivo y capacidades de relación social.
Independientemente del nivel intelectual -recordemos que aproximadamente un 75% de los sujetos con autismo presenta algún nivel de retraso mental- las personas con autismo presentan déficit pragmático (Bishop, 1989; Tager-Flusberg, 1993; Monfort, 1997; Sotillo y Rivière, 1997a, 1997b).
Se registran fallos en la adaptación de las conversaciones a los contextos comunicativos, el inicio o mantenimiento de conversaciones, la comprensión de lenguaje figurado, metáforas, doble sentido, ironías y chistes (Flores y Belinchón, 1995; Belinchón, 1997; Belinchón, en prensa; Rivière, 1996; Riviére y Sotillo, 1995; Baron Cohen, 1997; Jolliffe y Baron Cohen, 1999).
El amplio abanico de alteraciones que recorren el espectro autista, abre un campo de problemas que exceden el déficit en teoría de la mente. No obstante, queremos hacer notar que tales alteraciones han sido y son estudiadas en el marco del propio desarrollo simbólico del sujeto, poniendo de relieve temáticas relativas a la teoría de la mente (Baron Cohen, Leslie y Frith, 1985; Riviére, 991; Baron Cohen, 1995), la función ejecutiva (Pennington y Ozonoff, 1996; Russell, 1997) y la hipótesis del sistema de coherencia central (Frith, 1989; Joliffe y Baron Cohen, 1999).
Aunque no nos extenderemos aquí sobre estos aspectos, cabe consignar que no pueden ser omitidos a la hora de estudiar el desarrollo de competencias narrativas y mentalistas en sujetos con espectro autista. Resulta además sumamente discutible el separar de manera tajante unos aspectos de otros. Diversas investigaciones se ocupan de estudiar las relaciones entre teoría de la mente y función ejecutiva (0zonoff, Pennington y Rogers, 1991; Perner y Lang, 2000), teoría de la mente y lenguaje (Tager-Flusberg, 1993; Sparrevohn y Howie, 1995, de Villiers, 2000; Tager-Flusberg, 2000), capacidades lingüísticas y sistema de coherencia central (Jolliffe y Baron Cohen, 1999), teoría de la mente y sistema de coherencia central (Happé, 2000). En todo caso, hablamos de un racimo de competencias, íntimamente relacionadas, que han de ser tomadas en cuenta al indagar el desarrollo de capacidades mentalistas y sus alteraciones en el continuo autista. (Wing y Gould, 1979; Wing, 1988)
Indicadores fenotípicos de inferencia mental en poblaciones con espectro autista leve
Como hemos señalado, numerosas investigaciones dan cuenta del déficit de competencias mentalistas en personas con autismo (Baron Cohen, Leslie y Frith, 1985; Leekam y Perner, 1991; Happé y Frith, 1995; Swettenham, 1996). Tales características se vislumbran en los planteos ya clásicos de Kanner (1943) y Asperger (1944) -relativos a los problemas que presentan sus pacientes en lo que respecta a la comunicación y el lenguaje, a las relaciones sociales y a la flexibilidad- y se destacan en los estudios de las últimas décadas, que desde diversas perspectivas -neuropsicológica, neurobiológica, génetica, cognitiva- abordan el tema (Rutter, 1999; Rivière, 1997a, 1997b).
En diversos trabajos encontramos revisiones de las pruebas de teoría de la mente utilizadas en diferentes investigaciones que comparan poblaciones de sujetos con desarrollo normal y sujetos con trastorno autista. Happé y Frith (1995: 185-186); Frith y Happé (1999) y Baron Cohen (2000a: 3-16) listan estudios relevantes desde 1985 hasta 1998. Citaremos algunos de ellos:
- 1985: Baron Cohen, Leslie y Frith; la mayor parte de los sujetos con autismo fallan en la prueba de falsa creencia de primer orden ("Sally y Ann");
- 1986: Baron Cohen, Leslie y Frith; los niños con autismo muestran problemas selectivos en el ordenamiento de historietas "intencionales";
- 1988: Harris y Muncer; los niños con autismo tienen tantas dificultades para reconocer "falsos" deseos como falsas creencias;
- 1988: Leslie y Frith; los niños con autismo comprenden el "ver", pero no el saber o el creer (testeado con actores reales, no sólo con muñecos);
- 1988: Rivière y Castellanos, los niños con autismo fallan en la tarea de falsa creencia;
- 1989: Baron Cohen; aun aquellos niños que pasan la prueba de falsa creencia de primer orden, fallan en una prueba de falsa creencia de segundo orden; 1989: Baron Cohen; los niños con autismo fallan en la distinción entidades mentales vs. entidades físicas, apariencia vs. realidad y en distinguir las funciones mentales del cerebro.
1989: Perner, Frith, Leslie y Leekam; los niños autistas fallan en la prueba de falsa creencia de los "smarties", no pueden inferir conocimiento a partir del acceso perceptivo y fallan en la comunicación de información relevante;
1991: Baron Cohen; los niños con autismo muestran déficit específico sólo en la comprensión de aquellas emociones causadas por falsas creencias.
1991: Leekam y Perner; los niños con autismo fallan en la tarea de Sally y Ann pero pasan la prueba de "falsas" fotografías;
1991: Ozonoff, Pennington y Rogers; sujetos con autismo de alto funcionamiento -pero no sujetos con síndrome de Asperger- muestran déficit en la prueba de falsa creencia de segundo orden;
1992: BowIer; un grupo de sujetos con síndrome de Asperger pasan las pruebas de falsa creencia de segundo orden, sin mostrar diferencias con los niños con desarrollo normal;
1992: Sodian y Frith; los niños con autismo pueden sabotear pero no engañar a un competidor, y no pueden atribuir falsa creencia;
1992: Baron Cohen y Cross; los niños con autismo fallan en pruebas de inferencia acerca de lo que una persona está pensando o deseando, siguiendo la dirección de su mirada;
1992: Baron Cohen; los niños con autismo fallan tanto en las pruebas de producción de engaño como en las que son engañados;
1994: Happé; utiliza una técnica de comprensión de historias con lenguaje figurado. Esta prueba detecta fallas en competencias mentalistas en sujetos con autismo de alto funcionamiento (y la resuelven los niños con desarrollo normal a los ocho años)
1994: Baron Cohen y Goodhart; los niños con autismo muestran dificultades para inferir que un personaje que "ve" lo que hay en una caja, "sabe" lo que hay en ella (mientras que el personaje que "toca" una caja no infiere de esa acción lo que hay en ella);
1994: Baron Cohen y otros; los niños con autismo presentan serias dificultades para reconocer términos de referencia mental;
1997: Leekam y otros: los niños con autismo son "ciegos" a la dirección de la mirada de otras personas;
1997: Baron Cohen; los niños con autismo muestran déficit en la comprensión de chistes;
1998: Phillips y otros; los niños con autismo fallan en una prueba para monitorear las propias intenciones (responden no en función de sus intenciones previas sino en función de los resultados obtenidos), mientras que los niños de 4 años con desarrollo normal, realizan la tarea en forma correcta;
Ocurre que salvo escasas excepciones, tal y como se presentan las pruebas clásicas de teoría de la mente, poco pueden decirnos acerca del nivel de competencia mentalista de personas autistas de alto funcionamiento o con síndrome de Asperger.
Las pruebas clásicas (como las de Sally y Ann) de primer orden las pasan correctamente los niños normales, en torno a los 4 o 5 años; y las de segundo orden, en torno a los 6 o 7 años.
Tal como citábamos más arriba, distintos investigadores (Bowler, 1992; Ozonoff, Pennington y Rogers, 1991) hallaron que algunos adultos con síndrome de Asperger resolvían correctamente la prueba de falsa creencia de segundo orden. Esto podría hacernos pensar en una contradicción con datos previos que indican que las personas autistas no pasan esta prueba debido a un déficit en las competencias mentalistas. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Cómo pueden explicarse estos datos?
Las pruebas de teoría de la mente de primer y segundo orden no son pruebas complejas de teoría de la mente. (Baron Cohen, Joliffe, Mortimore y Robertson, 1997) Son pruebas que pasan correctamente niños de entre 4 y 5 años con desarrollo normal y niños de entre 6 y 7, también con desarrollo normal, respectivamente.
El hecho de que un adolescente o un adulto con autismo y un nivel de inteligencia normal pase las pruebas no puede hacernos inferir que posee un desarrollo normal de sus capacidades mentalistas. Si un adulto de 30 años, autista, de inteligencia normal, pasa la prueba de teoría de la mente del nivel de un niño de 6 años, no se puede concluir que dicho adulto tenga un desarrollo normal en ese dominio.
Como bien señalan Baron Cohen, Joliffe, Mortimore y Robertson (1997): todo lo que se podría concluir es que tiene intacta la capacidad de teoría de la mente de un nivel de 6 o 7 años de edad.
Por tanto, desde el punto de vista de la investigación, se plantea el desafío de elaborar nuevas pruebas que puedan ser aplicadas a adultos, autistas de nivel alto o con síndrome de Asperger.
Tales pruebas apuntarán a la detección de indicadores sutiles de inferencia mental en poblaciones con espectro autista leve.
Los antecedentes más recientes en esta línea son:
1) pruebas en las que hay que realizar inferencias de lo que alguien está pensando a partir de la dirección de la mirada;
2) pruebas que apuntan a detectar estados mentales más complejos (deseo, referencia, intención);
3) pruebas que implican una gama más amplia de inferencia de estados mentales en la expresión facial. Se utilizaron pinturas y dibujos (Velázquez y Hockney) y se encontró que sujetos normales mostraban un nivel significativo de acuerdo al reconocer una amplia gama de estados mentales a partir de los estímulos mencionados. (Se ha realizado incluso un estudio transcultural) (Baron Cohen, Rivière, Cross, Fukushima, Bryant, Sotillo, Hadwin y French, en prensa)
La tarea que proponen Baron Cohen, Joliffe, Mortimore y Robertson (1997) en uno de sus últimos trabajos se llama «Leer la mente en los ojos» o «Tarea de los ojos». La tarea implica mirar fotos de la zona de los ojos y realizar una elección forzada entre dos palabras, la que mejor describa lo que la persona (de la foto) está pensando o sintiendo.
Tal tarea implica capacidad de teoría de la mente en el sentido que el sujeto tiene que comprender términos de estados mentales y relacionarlos con caras (con partes de la cara en este caso). Algunos de los términos de estados mentales son «básicos» (feliz, triste, enojado, atemorizado) y otros son más «complejos» (reflexivo, arrogante, etc.).
En un estudio, utilizando la «Tarea de los ojos», contrastaron, entre otras, la siguiente predicción: los adultos con autismo o síndrome de Asperger, a pesar de tener un CI normal o por encima de la media, presentarían déficit en una prueba específica de teoría de la mente. Esto fue confirmado en el estudio.
Debería consignarse que algunos de los sujetos con autismo o síndrome de Asperger de su muestra tenían estudios universitarios y aun así puntuaban bajo en la tarea de los ojos. Para los autores, esto sugeriría que este aspecto de la cognición social es independiente de la inteligencia general.
Aunque tal prueba suponga un avance en la forma de abordar el estudio de las capacidades mentalistas, consideramos que presenta ítems de elección -a partir del estímulo visual- bipolares y muy poco sutiles ("simpático" - " antipático"; "amistoso "J'hosfil") en cuanto a gamas de inferencia posibles.
Encontrar maneras de estudiar indicadores más sutiles que supongan diferencias en cuanto a alteraciones más o menos leves dentro del espectro autista implica un desafío a asumir.
Ese es el camino que han tomado nuestras investigaciones, iniciadas bajo la dirección de Ángel Riviére, cuya originalidad intelectual, búsqueda apasionada y preocupación por la problemática de las personas con autismo y sus familias, nos sirven de estímulo permanente para continuar con la tarea emprendida.

ARTICULO I


La doctora Sally Rogers, del Mind Institute de la Universidad de California, experta en autismo, internacionalmente reconocida tanto en la investigación como en el ámbito de la atención temprana en autismo, fue una de las ponentes del reciente congreso de la Asociación Española de Profesionales del Autismo que se celebró en el Kursaal. Rogers es, además, coautora del método Denver de atención temprana para niños y niñas de preescolar, que ha mostrado grandes avances en el desarrollo sociocomunicativo de los niños con autismo.
- ¿Cuál es el porcentaje de población afectada por el autismo?
- Los datos con los que contamos en Estados Unidos hablan de una cifra de 1 por cada 150 niños, pero sé que en Inglaterra se habla ya de 1 por cada 100. Estos porcentajes se refieren siempre a niños, ya que desconocemos los datos de casos en la población adulta.
- ¿Se conocen las causas que producen este trastorno y cuál es el peso del componente genético?
- Las causas genéticas son el elemento más importante que causa el autismo. Puede haber más causas entremezcladas y otros factores de riesgo que también influyen. Al contrario de lo que ocurre con el Síndrome de Down o el Síndrome de Frágil X, que tienen también un origen genético, sabemos que el autismo no está producido por la anomalía de un solo gen o un solo cromosoma. Varios estudios muestran que hay anomalías en muchos cromosomas. Teniendo en cuenta esta diversidad, va a ser difícil pensar en un solo tratamiento para los problemas genéticos. Por otro lado, estamos tratando de identificar los factores de riesgo biológicos que pueden contribuir a la aparición del autismo y quizá por este camino, nos sea más fácil obtener tratamientos dirigidos a estos factores.
- Es coautora del "método Denver". ¿Qué mejoras se obtienen?
- La base de este método es la integración de las dotes relacionales del desarrollo en el autismo. Complementado con un enfoque de aprendizaje y enseñanza que está basado en un análisis conceptual. Tratamos de empezar muy temprano, si se puede, antes del segundo año de vida. Si empezamos pronto seremos capaces de influir en el desarrollo socio-comunicativo del niño. Una cosa son los problemas nucleares y otra, todas las cosas que ese problema pueda generar. Si un niño tiene un problema y nadie le está ayudando correctamente. Trabajamos con los padres para que todos vayan en la misma dirección. Gracias al método, el 90% de los niños mejora en el desarrollo del lenguaje verbal muy rápidamente. Hemos comprobado que todos los niños desarrollan palabras en 12 semanas. Además, muestran un estado afectivo agradable, buenas capacidades para imitar, aumento en las cifras de su nivel de desarrollo y mejores capacidades de juego.
- Ha nombrado a los padres. Supongo que su papel es fundamental para detectar y empezar a atender a los hijos que presenten este trastorno.
- Absolutamente, son los únicos que están con los niños continuamente. Además, todos los padres enseñamos a nuestros hijos, es algo natural. Por ello, debemos potenciar el papel de los padres en la enseñanza de estos niños. Y también queremos potenciar que los niños disfruten de sus padres y los padres de sus hijos.
- Siguiendo con el "método Denver", ¿diría que es un tratamiento al alcance de todas las familias?
- El método Denver es un currículo con una serie de procedimientos de aprendizaje que cualquier persona puede impartir, empezando por los padres en casa, hasta los profesores en la escuela, etc. El método no es necesariamente caro y además, debemos ser conscientes de que tratar a los niños pequeños a una edad temprana supone una inversión. El trabajar con niños y ayudarles a que desarrollen el lenguaje puede ahorrar millones a lo largo de la vida adulta.
- Su presencia en Euskadi le ha permitido conocer cómo se trabaja en el País Vasco en el tratamiento de este trastorno. ¿Cuál es su valoración respecto a este trabajo?
- Estoy impresionada por la sensibilidad que muestra la sociedad vasca con las discapacidades, el énfasis en el apoyo individualizado, en la importancia de la familia y la colaboración entre padres y profesionales. Lo que más me ha impresionado ha sido la complementariedad de las acciones que hay entre proyectos educativos, sanitarios y sociales, como asociaciones de padres con niños con autismo. Creo que es un entorno ideal para apoyar a las familias y personas con autismo.

ARTICULO II

DESDE DENTROEn su segunda conferencia internacional, la Fundación Autismo Mas Casadevall (FAMC) ha hecho el esfuerzo de llevar a uno de los mayores expertos mundiales sobre autismo, que en España afecta a uno de cada 700 niños. Esta fundación nació de un grupo de padres de afectados, y, además de ofrecer espacio de vida y trabajo a jóvenes y adultos con trastornos del espectro autista (TEA), ha impulsado un comité científico para fomentar la investigación. Lo mismo ocurrió en California: fueron los propios interesados quienes crearon el Medical Investigation of Neurodevelopmental Disorders (MIND), desde donde el doctor Amaral insiste en que hacen falta más medios para investigar. En Estados Unidos la estadística de autismo se dispara: uno de cada 150 niños. 57 años. Nací en Massachusetts. Casado y con dos hijos. Licenciado en Neurociencia, el estudio del cerebro. Director de investigación y profesor de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la UC Davis de California. Fundador del MIND, único centro en el mundo dedicado a la investigación del autismo. Soy progresista y agnóstico- En Estados Unidos se habla de epidemia de autismo. - Sí, uno de cada 150 niños nace autista y la curva asciende. - Enfermedad desconocida. - No es una enfermedad sino varias (algunos autistas son epilépticos, otros sufren microcefalia o macrocefalia) y con múltiples causas: genéticas, ambientales o por la combinación de ambas. - ¿Qué hemos cambiado en nuestra vida que facilite la multiplicación del autismo? - En los últimos 30 años el cambio ha sido dramático. Hoy sabemos por ejemplo que el Pitocin, una fórmula artificial de la oxitocina (hormona de la felicidad) que facilita el parto, puede provocar autismo. - ¿Afecta directamente al cerebro del feto? - Exacto. Si la madre toma esa droga, también la toma el feto, en pleno desarrollo de su cerebro. También sabemos que enfermedades como el asma y la artrosis están aumentando mucho y que las mujeres que la padecen crean anticuerpos que, en el 20% de los casos, atacan el cerebro del feto. - ¿Los animales llamados irracionales también pueden nacer autistas? - Pueden mostrar esos síntomas, sí. Por ejemplo, dejan de ser sociales y efectúan movimientos repetitivos igual que los niños con autismo. - ¿Cuáles son los síntomas principales? - Trastorno de la interacción social, es decir: dificultad o imposibilidad de relacionarse. Trastorno de la comunicación (la mayoría no habla o tiene un modo de expresarse muy limitado), y una gran restricción de los intereses. - Pero hay autistas muy inteligentes. - Es un trastorno muy heterogéneo. En el nivel más bajo tienen graves deficiencias intelectuales; en el más alto, son genios. - ¿Y qué comparten? - Los asperger, con su sofisticada inteligencia, no se libran de los problemas de comunicación. Este tipo de autistas son catedráticos e incluso profesores que transmiten conocimiento, pero no tienen interés en ninguna relación interpersonal. - ¿Los otros les importan un bledo? - Bueno..., digamos que no pueden entender por qué la gente quiere casarse, tener hijos o incluso tener amigos. - ¿Y ése es un problema neurológico? - Sí, tienen dificultades para comprender los sentimientos ajenos. No pueden leer sus emociones ni ponerse en el lugar del otro. - ¿Y son felices? - Los asperger dicen que sí. Por eso es tan importante distinguir la severidad del desorden, porque hay un punto en que ciencia y filosofía se juntan. - Cuénteme. - Los padres con los que fundé el instituto MIND tienen hijos con problemas de autismo severos y quieren una cura. Pero entre los asperger se encuentran científicos y músicos importantísimos, Einstein por ejemplo. - Ahora se entiende por qué trató tan mal a su mujer e hijos. - Tiene usted razón. Pero, si hubiera sido posible curar a Einstein de su autismo, ¿habría creado la teoría de la relatividad? - Extraña enfermedad. - Estamos empezando a estudiarla y hay muy poca literatura científica al respecto, pero sabemos que consiste en un cambio en la organización del cerebro que se desarrolla anormalmente y que ciertas partes maduran demasiado rápido. - ¿Eso es malo? - Para que las distintas zonas del cerebro se conecten deben crecer en paralelo. Ahí apunta nuestra investigación, buscamos las causas del autismo en las conexiones cerebrales. Muchos afectados, incluidos los asperger, sufren ansiedad severa y necesitan que su entorno no cambie ni se desordene. - Imagino que para encontrar soluciones no basta una disciplina. - Eso pienso yo. En el instituto MIND trabajamos conjuntamente inmunólogos, psiquiatras, psicólogos, neurólogos y genetistas, porque cualquier disciplina por separado difícilmente solucionará el problema. - ¿Alguna idea para prevenir el autismo? - Más dinero para investigación sería lo primero, eso nos ha permitido saber por ejemplo que los anticuerpos de la madre atacan el cerebro del niño y prevenirlo. - ¿No habría que empezar por estudiar los efectos de la mezcla de productos químicos que utilizamos en hogar y oficinas? - Absolutamente de acuerdo. Precisamente estamos realizando un gran estudio epidemiológico para saber si las madres que tienen hijos autistas han estado expuestas a muchos productos químicos ambientales. - ¿Por ejemplo? - Las mujeres que en la década de los 50 tomaron Talidomida, una droga contra las náuseas del embarazo, tuvieron un alto porcentaje de niños con deformaciones y extremidades atrofiadas y, un porcentaje elevado de estos niños nacieron autistas. Habrían sido normales si sus madres no se hubieran medicado con Talidomida: cuando hablo de causas medioambientales me refiero a eso. - Pues adviértame de más peligros. - Estamos casi seguros de que los ultrasonidos que se aplican para obtener imágenes del feto, muy usual en EE. UU., cambian su desarrollo cerebral. Ahora se ha prohibido, pero la idea era montar grandes cadenas de fotos al instante. ¿Recuerda aquellas máquinas de rayos X que se usaban en las zapaterías de niños para ver el pie dentro del zapato? - Sí. - Sabemos que causan cáncer. Esto me hace pensar que, especialmente ante un embarazo, lo mejor es ser lo más natural posible.

SÍNTOMAS COMUNES DEL AUTISMO



--------------------------------------------------------------------------------


Cada individuo con autismo tiene su propia características, no hay dos iguales. Algunas o todas de las siguientes características pueden ser observadas de forma leve a severa:

Problemas de la comunicación (por ejemplo, el uso y comprensión del lenguaje (Apraxia o Dyspraxia).


Dificultad en relacionarse con las personas, objetos, y eventos.


El uso de juguetes y objetos de una manera poco usual.


Dificultad con los cambios de rutina o alrededores familiares.


Movimientos corporales o comportamientos repetitivos.


Hipotonía generalizada, se caracteriza por la disminución del tono postural en las cuatro extremidades y el tronco.
La hipotonia la etiquetan los neurologos o especialistas atravez de la evaluación del tono muscular (mongo). En mis propias palabras sin ofender a nadie ya que mi hijo tiene esta condicion, no tiene buena postura, manitas gorda, se cae amenudo, un poquito torpe.

Existen tres comportamientos distintivos que caracterizan el autismo. Los niños con autismo tienen dificultades para interactuar socialmente, padecen de problemas de comunicación verbal y no verbal y muestran comportamientos reiterativos o intereses limitados u obsesivos. Estos comportamientos pueden variar en cuanto a su impacto, es decir, desde un trastorno leve hasta uno que puede llegar a ser discapacitante. El rasgo distintivo del autismo es una escasa interacción social. Frecuentemente, son los padres los primeros en advertir síntomas de autismo en sus hijos. Desde etapas tan precoces como la de lactancia, un bebé con autismo puede no responder a la presencia de otras personas o concentrarse solamente en un objeto, excluyendo a otros, por largos períodos de tiempo. Un niño autista puede, aparentemente, tener un desarrollo normal y luego replegarse y volverse indiferente al contacto social.

Los menores con autismo pueden ser incapaces de responder a su nombre y a menudo evitan sostener la mirada de otra gente. Asimismo, tienen dificultades para interpretar lo que otros están pensando o sintiendo ya que no logran comprender los códigos sociales, tales como un tono de voz o expresiones faciales, y no observan los rostros de otra gente para obtener pistas sobre cuál debiera ser el comportamiento adecuado. Ellos carecen de empatía.

Muchos niños con autismo efectúan movimientos repetitivos tales como, mecerse o retorcerse, o caen en conductas autodestructivas como morderse o golpearse la cabeza. También tienden a empezar a hablar más tarde que otros niños y puede que se refieran a ellos mismos por su nombre en vez de “yo”. Los niños con autismo no saben jugar en forma interactiva con otros niños. Algunos hablan como si estuvieran cantando y lo hacen en torno a una gama muy limitada de temas favoritos, prestando poca atención a los intereses de la persona a la cual le están hablando.

Muchos niños con autismo tienen una baja sensibilidad al dolor pero son anormalmente sensibles al ruido, al tacto u otro estímulo sensorial. Estas reacciones inusuales pueden contribuir a síntomas conductuales como la resistencia a ser acunado o abrazado.

Los niños con autismo, presentan mayor riesgo de padecer de ciertas enfermedades co-existentes como el síndrome de cromosoma X frágil (el cual provoca retraso mental), esclerosis tuberosa (en el cual crecen tumores en el cerebro), convulsiones epilépticas, el síndrome de Tourette, discapacidades de aprendizaje y trastorno de déficit atencional. Por razones que aún no están claras, entre el 20 y 30 por ciento de los menores autistas desarrollan epilepsia cuando llegan a ser adultos. Si bien algunas personas con esquizofrenia pueden mostrar una conducta de tipo autista, sus síntomas generalmente no aparecen hasta cerca de los 20 años o en la etapa de adultos jóvenes. La mayoría de la gente con esquizofrenia también tiene alucinaciones y delirios, los cuales no se encuentran en la persona con autismo.

¿Cambian con el tiempo los síntomas de autismo?

Para muchos niños, los síntomas del autismo mejoran con un buen tratamiento. Algunos niños con autismo crecen y logran llevar vidas normales o casi normales. Aquellos niños cuyas destrezas del lenguaje sufren una regresión a temprana edad, generalmente antes de los 3 años, parecen presentar mayor riesgo de desarrollar epilepsia o actividad cerebral similar a una convulsión. Durante la adolescencia, algunos menores con autismo pueden deprimirse o experimentar problemas conductuales. Los padres de estos niños deberían estar preparados para ajustar el tratamiento a las necesidades del menor.
http://www.manitasporautismo.com/el_autismo.html

miércoles, 26 de mayo de 2010

TRATAMIENTO

Como en todos los enfermos crónicos, ha de realizarse un tratamiento de los síntomas y complicaciones del niño y un apoyo a la familia que permita la mejor calidad de vida posible de ambos. Los aspectos específicos del tratamiento de los síntomas son:
1) Manejo del comportamiento: consiste en establecer un programa eficaz de entrenamiento de comportamientos, aplicando la psicología conductista. El objetivo principal es estimular los comportamientos deseables y limitar los indeseables. Los padres y educadores deberán ser entrenados para poder realizarlo.
2) Enfoque educacional: favoreciendo el desarrollo del lenguaje comunicativo y las aptitudes sociales para lo que las escuelas a las que acuda el niño, deben estar dotadas de material y personal adecuados, el objetivo a largo plazo es que el niño se desenvuelva de la manera más eficaz y cómoda posible en el ambiente menos restrictivo.
3) Farmacoterapia: los medicamentos se reservan para los niños que no responden a otros tipos de tratamiento o que presentan otros síntomas asociados.
4) Apoyo a la familia: en la actualidad los profesionales que están correctamente preparados para realizar este apoyo son pocos. La mayor parte de los pediatras no se ha visto nunca a lo largo de su vida profesional en la necesidad de atender un niño autista por lo que sus conocimientos inicialmente no son amplios, a pesar de esto, podrán y deberán en el momento en que lo necesiten informarse para poder trabajar adecuadamente con las familias de estos niños. El mayor apoyo pueden recibirlo de los especialistas implicados en el tratamiento del niño (psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales y educadores) y de las asociaciones de autistas y padres de niños autistas. Es en estos momentos fundamentales el trabajo desarrollado por estas asociaciones, será seguramente gracias a las presiones que ejerzan sobre los organismos oficiales y los profesionales implicados, unido a los avances científicos, lo que pueda mejorar el pronóstico a largo plazo de estos niños.
http://www.aepap.org/familia/autismo.htm#tres

Varios tratamientos han sido diseñados para el tratar el autismo, unos con mayor éxito que otros y algunos con poco o nulo resultado. En este manual se explicará el tratamiento conocido por Modificación de Conducta que, a la fecha, es el más aceptado y el que mejores resultados ha tenido, especialmente para poner al niño bajo control instruccional y centrar su atención. Sin embargo, es importante mencionar que está comprobado que el mejor avance se logra con una mezcla o variedad de tratamientos, algunos de ellos encaminados al desarrollo de áreas específicas (por ejemplo, el habla).
A continuación se enlistan los más conocidos, aclarando que no se recomienda alguno de ellos en particular. Serán los padres quienes evalúen las posibles ventajas o desventajas que tenga cada uno de ellos, según sea el caso, documentándose e investigando en diferentes medios el más adecuado a la problemática de su hijo.
a) Terapia Conductual: También conocida como método Lovaas (por Ivar Lovaas, uno de los principales precursores de la actualidad), ABA o Skinner y está basada en el conductismo. Se enseñan habilidades por medio de reforzadores y aversivos (premio y castigo).
b) TEACCH: Está basado en la comunicación visual por medio de imágenes y símbolos que representan conceptos o palabras y ha sido utilizado principalmente por el sistema escolar para educación especial de varios estados de la unión americana (entre ellos Texas y Missouri) . Es una excelente opción para trabajar en los niños una vez que están bajo control instruccional y fijan su atención.
c) PECS (Picture Exchange Comunication System): Es un método de comunicación visual y de lecto-escritura que ha sido aplicado con bastante éxito en algunos estados de la unión americana (Missouri destaca en este método).
d) Químico y/o Fármaco: Es el tratamiento por medicamentos. Aunque este punto es ampliamente discutido, sí es un hecho que ciertos niños tienen la necesidad de ellos debido a alguna disfunción (por ejemplo, epilepsia). En todos los casos, los padres nunca deben recetar a los niños. Siempre hay que consultar con un neurólogo pediatra y discutir con él las posibilidades.
e) Dieta libre de Gluten y Caseína: Consiste en restringir al niño alimentos que tengan estos compuestos, los cuales se encuentran principalmente en las harinas de trigo y en los lácteos. Aunque sus resultados son favorables solamente en algunos casos, es una buena opción a intentar por no tener efectos secundarios. Antes de iniciarla, quite los azúcares para poder valorar mas objetivamente.
f) Vitaminosis: Consiste en proveer al niño de una serie de vitaminas. Algunos estudios han demostrado que algunos niños carecen o tienen insuficiencia de ellas. Entre las más frecuentes están las vitaminas del complejo B (B6 y B12).
g) Método Doman, Filadelfia o Afalse: Según mi experiencia, me atrevo a decir que este nada tiene que ver con el autismo. Fue diseñado originalmente para parálisis cerebral y problemas neuromotores. Si el niño camina y se mueve perfectamente, no es necesario este tipo de terapias.
h) Método Tomatis y Berard: Estos métodos se basan en adiestrar auditivamente al niño y con ello abrir canales en su cerebro. Sus resultados son muy discutidos. Los padres podrían considerar este tipo de terapias cuando el niño muestre demasiada sensibilidad a los ruidos.
i) Músico Terapia: Se busca el vínculo con el niño a través de la música y el ritmo. Hay terapeutas de esta rama que afirman dar nociones matemáticas a través de este método, pero no ha sido comprobado. En algunos niños ha dado buenos resultados.
j) Delfino Terapia, Equino Terapia, etc.: Terapia con delfines, caballos, etc. Si tiene acceso a alguno de este tipo, sin discutir sus ventajas o desventajas, el niño tendrá una experiencia única. Algunos padres me han platicado que vieron mejoría, los otros dijeron que, aunque sus niños salieron igual, se divirtieron como nunca en su vida.
Existen otros tratamientos como el psicoanálisis y la terapia Gestalt, de ellos, no he tenido conocimiento de algún caso con buen resultado. También hay gente que ofrece “medicina alterna”, aunque de ellos no puedo ni me atrevo a emitir juicio alguno por no tener conocimiento objetivo y científico al respecto.
http://www.psicopedagogia.com/tratamientos-para-el-autismo
Se han probado varios tratamientos para el autismo, algunos han tenido mayor éxito que otros. De los tratamientos con mejores resultados se encuentra el de Modificación de Conducta, es el más aceptado porque tiene la capacidad de mantener bajo control instruccional al niño y lograr centrar su atención.
Aun así es importante mencionar, que está comprobado que el mejor avance se logra con una mezcla o variedad de tratamientos, algunos de ellos encaminados al desarrollo de áreas específicas (por ejemplo, el habla).
Los padres ya sea asesorados por lo especialistas o bien documentándose e investigando en diferentes medios, son quienes finalmente pueden elegir el mejor tratamiento para su hijo, basándose en las posibles ventajas o desventajas que tenga cada uno de ellos y según sea lsu caso en específico.
A continuación le damos algunos tratamientos más conocidos:
Terapia Conductual: Se le conoce también como método Lovaas (por Ivar Lovaas, uno de los principales precursores de la actualidad), ABA o Skinner y está basada en el conductismo. Esta terapia enseña habilidades por medio de reforzadores y aversivos (premio y castigo).
TEACCH: Se basa en la comunicación visual, por medio de imágenes y símbolos que representan conceptos o palabras .Este tratamiento es una excelente opción una vez que los niños con autismo están bajo control instruccional y fijan su atención.
PECS (Picture Exchange Comunication System): Método de comunicación visual y de lecto-escritura que ha sido aplicado con bastante éxito en algunos estados de la unión americana (Missouri destaca en este método).
Tratamiento Químico y/o Fármaco: Es el tratamiento por medicamentos, ya que existen casos en los que el niño tiene alguna disfunción (por ejemplo, epilepsia). Los medicamentos deben admistrarse bajo estricta vigilancia médica. Siempre en continua comunicación con un neurólogo pediatra.
Dieta libre de Gluten y Caseína: Este tratamiento se refiere a la restricción de alimentos que tengan estos compuestos, los cuales se encuentran principalmente en las harinas de trigo y en los lácteos. En algunos casos sus resultados son favorables, es una buena opción por no tener efectos secundarios.
Antes de iniciarla, se recomienda quitar los azúcares para poder realizar una valoración más objetiva.
Vitaminosis: Consiste en proveer al niño de una serie de vitaminas. Algunos estudios han demostrado que algunos niños carecen o tienen insuficiencia de ellas. Entre las más frecuentes están las vitaminas del complejo B (B6 y B12).
Método Tomatis y Berard: Estos métodos se basa en el adiestramiento auditivo del niño que tiene autismo y con ello abrir canales en su cerebro. Esta terapia es muy sugerida cuando el niño muestra demasiada sensibilidad a los ruidos.
Músico Terapia: Este método busca el vínculo con el niño a través de la música y el ritmo. En algunos niños ha dado buenos resultados.
Delfino Terapia, Equino Terapia, etc.: Terapia con delfines, caballos, etc. Es muy recomendable independientemente de sus ventajas o desventajas, ya que será una gran experiencia para el niño.
http://www.peques.com.mx/tratamientos_para_el_autismo.htm

• No existe ningún fármaco que cure el autismo y, de hecho, muchos pacientes no requieren de ningún tipo de medicación. No obstante, algunos fármacos psicotrópicos que apuntan a síntomas específicos, como las estereotipias, compulsiones, hiperactivitad y agresiones, parecen ser de ayuda, a pesar de que faltan ensayos clínicos controlados del efecto de algunos de estos fármacos en el autismo.

• Se ha desatado en los últimos años una fuerte corriente biologista que defiende dietas especiales para los niños con autismo basándose en alergias ante determinadas sustancias y en la presencia de elementos tóxicos en el organismo de los niños.

• Existe multitud de enfoques hacia el autismo que no han recibido un trato académico y de investigación y que abarcan desde planteamientos psicoanalistas- como la terapia del abrazo- a terapias con animales o músicoterapia.

• Una rama de la Psicología- el Análisis Conductual Aplicado- es la que ha proporcionado mayor cantidad de estudios científicos de calidad- publicados en revistas con criterios de revisión metodológica- demostrando la eficacia de diversos procedimientos y técnicas conductuales en la reducción de comportamientos inapropiados, así como en el aumento de conductas y habilidades. El Análisis Conductual Aplicado ha acumulado a lo largo de más de 30 años evidencia empírica de forma inductiva para el tratamiento del autismo.

• Ha sido tan sólo en la última década que ha habido estudios publicados de programas globales de tratamiento con resultados positivos para niños muy jóvenes con autismo.

• En la Universidad de California Los Angeles (UCLA), Lovaas y sus colaboradores llevaron a cabo un estudio controlado de una intervención psicosocial, basada en técnicas y procedimientos del Análisis Conductual Aplicado, conocido genéricamente como Terapia Conductual Intensiva y Temprana (ICIT)
http://www.planetaimaginario.org/tratamiento/


SINTOMAS

El autismo es una enfermedad en la que se dan un conjunto de trastornos en el que coexisten tres grupos de manifestaciones:
¨ Alteración en las relaciones sociales.
¨ Trastorno de la comunicación, tanto en la comprensión del lenguaje como de la capacidad de expresión.
¨ Falta de flexibilidad mental, que da lugar a un espectro restringido de conductas y una limitación en las actividades que requieren cierto grado de imaginación.
A nivel intelectual, el grado de afectación varía enormemente; aunque se considera que en la mayoría de las ocasiones hay una deficiencia intelectual asociada, en algunos casos pueden ser normales o incluso encontrarse por encima de la media. La capacidad intelectual del autista puede ser normal o incluso alta pero la dirección que sigue no necesariamente sigue el curso del resto de los niños.
Se realizaron estudios psicométricos en autistas que demostraron que un 75% de ellos tenían un coeficiente intelectual (CI) inferior a 70. Pero si no consideramos únicamente los trastornos autísticos puros y ampliamos el concepto a Trastornos Generalizados del Desarrollo (Pervasive Developmental Disorders en ingles ), la incidencia de retraso mental se reduce a un 20% .
Lo más característico de la enfermedad es la falta de reciprocidad en la relación social. El autista generalmente observa el mundo físico con una intensidad no habitual. La realidad que percibe puede ser placentera o infeliz, pero no puede compartir las sensaciones que percibe con sus semejantes. El autista suele evitar el movimiento anticipativo de los brazos que suelen hacer los niños cuando van a cogerles. En ocasiones evitan las caricias y el contacto corporal, aunque puede que lo busquen y deseen, como si esta fuera su forma de comunicación con las personas que consideran extrañas. A menudo ven a las personas como objetos y los tratan como tal.
Ya desde la guardería se suelen evadir de la interacción social que establecen los niños entre sí, no comparten los intereses de la mayoría y sus acciones no parecen tener un objetivo o este objetivo cambia constantemente.
Al niño autista le resulta muy difícil aceptar una negativa y tolera muy mal la frustración. La imposición de normas le genera una gran ansiedad y funciona como elemento potenciador de una conducta hiperactiva. Aprende con enorme facilidad conductas manipuladoras para conseguir sus objetivos.
• Cursos Turismo Receptivo Doble Titulación En 7m. En Campus Virtual. Gratis 1ra Sem. Del Curso!
Turismo-A-Distancia.EducaOnline.peEnlaces patrocinados
La mirada del autista suele prescindir de la mirada de las otras personas, como si la mirada directa careciera de contenido comunicativo. En otras ocasiones la mirada es fría, pero debemos descartar la idea que el autista nunca mira a los ojos. La forma de mirar es uno de los elementos que contribuyen a dar a su cara un aspecto inexpresivo. Ni la expresión de su cara ni su conducta nos dará una pista de lo que piensa, de lo que ocurre en su interior.
Es probable que nos sintamos ante el autista como él ante nosotros; nosotros no podemos entender su mundo en la misma medida que él no entiende el nuestro.
Una característica que se da con mucha frecuencia es la ignorancia del peligro; un niño normal aprende de sus padres que se puede hacer daño y lo que tiene que hacer para evitarlo, pero el autista suele tener un concepto muy rudimentario del sentido de autoprotección.
Diferentes estudios han mostrado que muchos individuos con conducta autista tienen trastornos relacionados pero distintos. Estos trastornos son:
El síndrome de Asperger. se caracteriza por un pensamiento concreto y literal, obsesión por ciertos temas, excelente memoria, y comportamiento "excéntrico". Se considera que estos individuos pueden funcionar a un alto nivel, son capaces de mantener un trabajo y de vivir independientemente.
El síndrome de la X frágil. El síndrome de la X frágil es una forma de retraso mental en el que el cromosoma X es anormal. Aproximadamente el 15% de los individuos con el síndrome de la X frágil tienen reacciones autistas: retraso en el lenguaje y el habla, hiperactividad, pobre contacto con la mirada y gesticulación característica. La mayoría de estos individuos pueden funcionar a un nivel leve - moderado. Al envejecer, su fisonomía característica puede llegar a ser más destacada (p.ej. la cara y las orejas alargadas), y pueden desarrollar problemas cardíacos.
El síndrome de Landau-Kleffner. Las personas con el síndrome de Landau-Kleffner también muestran muchas conductas autistas, como puede ser la introversión, la insistencia en la uniformidad y los problemas de lenguaje. Con frecuencia se considera que estos individuos tienen autismo "regresivo" porque parecen ser normales hasta los 3 - 7 años de edad. Suelen hablar bien desde muy pequeños pero paulatinamente pierden su capacidad de hablar.
El síndrome de Rett. El síndrome de Rett es un trastorno degenerativo que afecta principalmente a las mujeres y por lo general se desarrolla entre los 6 y 18 meses de edad. Algunas características que se dan son: pérdida del habla, tuercen las manos de forma violenta y repetida, mecen el cuerpo, e introversión. Aquellos individuos que sufren de este trastorno pueden tener un grado de retraso mental que varía de severo a profundo.
El síndrome de Williams. El síndrome de Williams se caracteriza por diferentes conductas autistas: retrasos del desarrollo y del lenguaje, hipersensibilidad al sonido y trastornos de atención. En contraste con muchos individuos autistas, aquellos con el síndrome de Williams son bastante sociables y padecen de problemas cardíacos.
http://www.mailxmail.com/curso-descripcion-detallada-autismo/sintomas

Cada niño con autismo es diferente uno de otro, sin embargo se han establecido algunos comportamientos muy similares, tales como:
• Lenguaje poco o nulo, o bien pierde el habla.
• Ecolalia, repite lo mismo o lo que oye (frases o palabras).
• Actua como si fuera sordo, pero no soporta ciertos sonidos o luces muy fuertes como por ejemplo, la licuadora o el microondas.
• No mira directamente a los ojos.
• Se obsesiona con los objetos sin razón alguna.
• No muestra ningun interés por los juguetes y/ o no los usa adecuadamente.
• Tiende a reunir objetos o los pone en línea.
• Muestra total desinterés por su entorno y en las relaciones sociales con los demás.
• No responde a su nombre.
• No obedece ni sigue instrucciones.
• Cuando quiere algo, no lo pide, toma la mano de alguien dirigiéndola a lo que desea.
• Rechaza el contacto físico. No le gusta que lo toquen o carguen.
• Aleteo de manos (como si intentara volar) en forma rítmica y constante.
• Gira o se mece sobre sí mismo.
• Se queda quieto observando un punto como si estuviera hipnotizado.
• Camina de puntitas (como ballet).
• Puede ser un niño hiperactivo (muy inquieto) o pasivo (demasiado quieto).
• Muestra agresividad y/o puede ser en ocasiones auto agresivo (se golpea a sí mismo).
• Tiene una gran obsesión por el orden y la rutina, rechaza los cambios.
• Se enoja mucho y hace rabietas sin razón aparente o porque no obtuvo algo.
• Sonrie sin razón aparente (como si viera fantasmas).
• En ocasiones, estos niños, además de ser autistas, tienen algún otro trastorno del desarrollo (retraso mental, motriz, Síndrome de Down, etc.)
• Solo un pequeño segmento de niños con autismo, llega a mostrar alto grado de inteligencia; su falta de aprendizaje se hace evidente, debido precisamente a su pobre o nula comunicación.
Esta lista es solo una referencia, para un diagnóstico certero, es necesaria la asesoria de un neurólogo así como la valoración del psicólogo.
http://www.peques.com.mx/sintomas_del_nino_con_autismo.htm

Describiremos los síntomas que aparecen en los tres aspectos del deterioro del comportamiento que hemos planteado en la definición:
• Deterioro cualitativo de la relación social: los niños autistas pequeños, no responden ni se interesan por lo que les rodea, los padres desde los primeros meses observan una "falta de contacto visual", no responden con las miradas, falta de interés en ser tenidos en brazos o rigidez al estar en brazos.
Esta falta de interés por lo general se mantiene a lo largo de su vida, aunque disminuye a medida que progresan en su maduración y pueden llegar a establecer juegos paralelos e identificar a los "amigos".
• Deterioro cualitativo de la comunicación y el lenguaje: el lenguaje oral es la forma más habitual de comunicación entre las personas, pero antes de que se establezca este lenguaje, se desarrolla el lenguaje no verbal. Uno de los signos más tempranos de aparición del autismo suele ser la falta de comunicación no verbal, que ya se observa entre los 9 y 18 meses. No hacen gestos para señalar objetos, no mueven la cabeza para decir "si" o "no", no señalan objetos para compartir experiencias o emociones.
El lenguaje oral está siempre afectado. Por lo general las primeras palabras no comienzan antes de los 2-3 años, pero cuando se establece el lenguaje, no es un lenguaje útil, ni social, a menudo repiten constantemente todo o parte de lo que oyen (ecolalia), a medida que los niños van creciendo y en los casos más leves, pueden adquirir un lenguaje mejor, pero siempre estará limitado en algunos aspectos, como falta de narraciones espontáneas, lenguaje monótono sin entonación, en algunos casos pueden resultar "pedantes" cuando hablan de los temas que les interesan (repetición de frases enteras oídas previamente), pueden parecer "entrometidos" porque no saben respetar los turnos por falta de percepción del otro lado de las conversaciones, emisión de respuestas sin relación con el tema, etc.
• Intereses y comportamientos estereotipados, repetitivos y restringidos: la mayoría de los niños pequeños autistas tienen un comportamiento repetitivo que se caracteriza por el estereotipo y la perseverancia, por ejemplo, golpearse la cabeza, mover los dedos de forma repetitiva, dar pasos o girar sobre los pies. El estilo repetitivo se manifiesta también en los juegos, así prefieren alinear siempre los coches de la misma forma exacta y no juegan nunca con juegos imaginativos ni variados. En los niños más mayores y menos afectados, la característica fundamental es el interés persistente en sólo determinados temas.
Los niños autistas tienen además una "adhesión compulsiva" a rutinas y rituales, muchos de los trastornos del comportamiento son causados por la ruptura de las rutinas.
Si el niño con autismo no comprende a los demás, ni se interesa por ellos, no puede disfrutar de los juegos imaginativos, ni con el intercambio de ideas con otras personas, no puede integrar experiencias pasadas y presentes para planificar el futuro, lo único que le queda es repetir las actividades que le proporcionan placer.
http://www.aepap.org/familia/autismo.htm#tres

AUTISMO INFANTIL

Es un trastorno en el desarrollo de las funciones cerebrales de algunos niños (entre el 0.5 al 2 ó 3 por mil según diferentes estudios), que puede manifestarse desde el primer año de vida, en sus posibilidades de comunicarse emocionalmente con las personas y de organizar intencionalmente su conducta en la vida diaria.
Un niño con AI, siente emociones y desarrolla apego (se acerca para ser abrazado, se pone nervioso si no están con él, busca cosquillas o juegos corporales o alguna otra actividad que puedan hacer con él y le guste) con las personas con quienes tiene un contacto habitual y rutinario.
Se lo ve diferente a otros niños tal vez porque no se inmuta si un petardo estalla de repente a su lado pero puede tener una crisis de llanto o un berrinche si escucha el sonido de una aspiradora o una licuadora.
De pronto llora o ríe sin que quienes están a su alrededor comprendan lo que le está pasando, y tal vez podría ser que en ese momento él estuviera mirando algo a lo que nadie presta atención, como por ejemplo la cortina de una ventana, por lo cual su enojo o angustia podrían asociarse a que alguien la corrió y él dejó de verla o su alegría (risas por ejemplo) a que no se veía y cuando la descorrieron él empezó a verla.
El niño atiende lo que pasa a su alrededor pero no tiene los mismos intereses que quienes están con él, para él será más atractiva la mancha de una pared que los juguetes que haya en el jardín de infantes o los pliegues del telón del teatro a lo que los actores hagan en el escenario y su humor varía según si puede seguir mirándolas o algo o alguien se lo impide. Pero además, él tampoco nos va a decir qué es lo que le pasa o le llama la atención, tenga o no lenguaje verbal (60 % de los niños con AI no lo tienen), porque él no sabe que nosotros no sabemos lo que a él le pasa.
Él no puede hacerse, en su cabecita, la idea de lo que nosotros sabemos, queremos, creemos, sentimos. No puede hacerse la idea de que tanto él como los demás tenemos mente y sentimos, pensamos o creemos. Y nosotros que vivimos e interactuamos constantemente suponiendo lo que los demás pueden sentir o creer (más allá de lo que hagamos con eso que suponemos) vamos a sentir que a él no le importa lo que sentimos o pensamos cuando en realidad a él nosotros tal vez le importemos mucho. Pero es difícil que a alguien le importe lo que no conoce, lo que no sabe que existe.
Esto es difícil de entender, es mucho mas fácil entender que alguien que es ciego no puede ver los árboles que todos vemos, que entender que alguien que es autista no puede hacerse una idea del estado de ánimo que traslucimos a través de la expresión de nuestra cara o del tono de nuestra voz, que tiene una especie de ceguera para percibirlos en las demás personas (y tal vez en si mismo). Tienen dificultades en las habilidades empáticas: capacidad para percibir los estados emocionales de los demás cuando son diferentes de los nuestros.
Cuando un niño con AI encuentra alguna actividad placentera que involucra a otra persona seguramente va buscar la interacción a través de esa actividad.
Luego el aislamiento y/o el rechazo a la interacción tal vez puedan explicarse por su ignorancia acerca de cómo hacen las personas para relacionarse y/o comunicarse y no porque él elija estar sólo porque eso le guste.
Actualmente se piensa que estas dificultades estarían relacionadas con trastornos específicos del desarrollo del módulo socio-emocional debidos a alteraciones del desarrollo de funciones cerebrales específicas. Esto, muy sucintamente comentado, es lo que se conoce como alteraciones en la Teoría de la Mente, esto es en las habilidades para detectar en los demás todas aquellas señales que nos permiten inferir (hacer nosotros una teoría, una suposición) el estado de ánimo de la otra persona así como sus intenciones u otros estados mentales que determinan el modo en que se desarrollan las relaciones entre las personas. Los autistas no saben mentir, pues para mentir tenemos que suponer (hacer una teoría) una creencia (estado mental) en los demás, y que nosotros con lo que decimos queremos modificar (modificar su estado mental para que actúe según lo que nosotros queremos).
Y esto es importante en la educación y en toda forma de comunicación.
También son muy manifiestas sus dificultades en organizar, flexible e intencionalmente, su conducta en torno a metas mediatas. Esto es, dirigir su conducta sobre la base de un plan mental creativo dirigido al logro de una meta, por una necesidad propia o para solucionar algún problema que se le presenta por muy sencillo que pueda ser.
La tendencia que va a tener el niño es a actuar mecánicamente repitiendo rígidamente algún esquema aprendido previamente pudiendo llegar a tener una rabieta incontenible si algo del ambiente cambia (y esto nos recuerda a “Funes, el memorioso”) con una asombrosa memoria mecánica pero sin posibilidades de olvidar las diferencias y encontrar los atributos comunes para poder abstraer, para poder pensar (¿cómo los demás?) porque eso le impide llevar adelante su rutina aprendida (no puede innovar). No será raro entonces que el niño gaste la mayor parte de su tiempo en actividades incesantemente repetitivas, sin ninguna utilidad objetiva convencional en un rango que irá desde simples movimientos con alguna parte de su cuerpo o golpear o alinear en filas muy minuciosas todos los objetos que encuentre, hasta rituales muy complejos y fijos, por ejemplo relacionados con el orden en que las comidas deberán serle servidas, la disposición de los comensales, los cubiertos que se van a usar. Pero esto a algunos les permitiría, por otro lado, ser asombrosamente “sabios” en algunos aspectos de su interés sin que por ello puedan aplicarlo a su vida diaria.
Todas estas características podrían estar relacionadas con las funciones ejecutivas cuyos centros más importantes se localizarían en las áreas prefrontales del cerebro. Y como el autismo es un trastorno neurológico, con mucha frecuencia (alrededor de un 30%) los niños van a presentar convulsiones u otros trastornos específicos.
También se encontrarán otros trastornos asociados como debilidad mental (en un 70% aproximadamente), dificultades diversas del lenguaje, hiperactividad, autoagresión, depresión, obsesiones, trastornos del sueño, del apetito, que muchas veces no estarán relacionadas estrictamente con el problema básico, el AI.
El AI se encuentra como un subtipo de los llamados Trastornos Generalizados del Desarrollo acompañado de otros trastornos conocidos como Síndrome de Rett (trastorno que afecta a niñas y cuyo sustrato genético ha sido descubierto y publicado a principios de octubre de 1999), Síndrome de Asperger (trastorno algo menos discapacitante y cuya expresión mas clara hemos visto en el personaje principal de la película Forrest Gump), Trastorno Desintegrativo en la Infancia (trastorno que se manifiesta también en los primeros años de vida y tras un período de desarrollo normal), Trastorno con Hiperactividad, Déficit Mental y Estereotipias Motoras (que se manifiesta tal vez muy tempranamente en la infancia) y los Trastornos Generalizados del Desarrollo Atípicos. A ellos podrían agregarse, dentro de lo que se conoce como espectro autista, el Fenotipo Autista Ampliado (característica de personalidad que muchas veces se confunde con apelativos puramente sociales), el Síndrome Hemisférico Derecho (trastorno que tal vez padezcan muchos niños que fracasan en el circuito escolar común), el Trastorno Semántico-pragmático (interés por parte de estos niños en comunicarse con las personas sin saber que para hacerlo es importante trasmitir contenidos en el lenguaje) y el Trastorno Específico del Desarrollo del Módulo Socio-emocional (aparente hipersociabilidad sin tener en cuenta lo que el otro piensa o siente), entre los que se han descripto hasta este momento. Hay muchas evidencias en favor del origen genético del Autismo Infantil, sobre todo las que provienen de estudios de familias de personas con AI.
Ahora bien, ¿esto qué implica en cuanto al tratamiento?: desgraciadamente hasta el momento no hay tratamientos curativos de estos trastornos, pero sí hay tratamientos combinados con educación adecuada a las modalidades cognitivas de cada niño que, en no pocos casos, pueden lograr que el niño alcance importantes mejorías en su calidad de vida, en la de su familia y algunas veces en logros personales. Para eso debemos tener en cuenta cómo hace cada niño para procesar la información que le llega tanto desde el medio exterior como interior, debemos aplicar nuestras capacidades empáticas para poder entender esto y no partir del supuesto que toda persona piensa y siente como nosotros, cada uno tiene su propia individualidad y, deberemos buscar o crear (si fuera necesario) la teoría mas adecuada a ese individuo único e irrepetible.
Además en los últimos tiempos han aparecido algunos medicamentos que mejoran notablemente las capacidades del niño en lo que se refiere a interacción y organización del lenguaje y la conducta. Sobre todo si dejamos de lado los prejuicios antediluvianos o erróneamente ideológicos del uso del psicofármaco y hacemos una hipótesis de trabajo acerca de las posibles disfunciones neuroquímicas que un fármaco podría, en algunos casos, eventualmente compensar.
Por un lado hoy podemos decir que es mucho lo que ignoramos aún de este trastorno y por otro que es mucho lo que estamos aprendiendo a medida que las investigaciones tanto en las funciones cerebrales y químicas como en la genética van progresando. Aunque no se nos escapa que todo conocimiento que tenemos aún sigue siendo transitorio.
Las personas con AI, son personas a quienes uno puede acercarse de la misma manera que se acerca a todos; simplemente tratando de encontrar el espacio interactivo (intersubjetivo) en donde las emociones y las conductas pueden tener significados comunes, es decir compartidos. Y para eso es necesario que seamos muy flexibles y empáticos tal como lo somos cuando realmente queremos comunicarnos con alguien y ponemos de nosotros, a veces sin darnos cuenta, lo que el otro no manifiesta o parece faltarle.
http://www.sexovida.com/psiquiatria/autismoinfantil.htm




¿QUE ES EL AUTISMO?

El autismo fue definido por primera vez en 1943, por un psiquiatra austríaco llamado Leo Kanner, desde entonces se han realizado muchas investigaciones buscando la causa o conjunto de causas de esta alteración, estas causas aún se desconocen, sin embargo, las conclusiones de los estudios realizados refutan teorías mantenidas inicialmente durante varios años.
Por ejemplo, la mayoría de los investigadores están de acuerdo en que el autismo no es una alteración de origen psicológico o familiar, sino que tiene un origen biológico.
Esta "enfermedad", afecta aproximadamente a 4 ó 5 niños por cada 10.000 nacidos, y es cuatro veces más frecuente en varones que en niñas.
Se han investigado y encontrado alteraciones neurofisiológicas, neuroanatómicas, bioquímicas, inmunológicas de diversas clases, los resultados actuales no son definitivos pero sí prometedores.
Algún día se conocerán mejor las causas del autismo y ésto quizá lleve a una terapia más eficaz. Actualmente, aunque desconozcamos sus causas principales, podemos ayudar a las personas con autismo y a sus familias.
Con este objetivo de ayuda se creó en 1976 la Asociación de Padres de Niños Autistas APNA de España - denominación que se cambió por Asociación de Padres de Personas con Autismo en Asamblea General de mayo de 2004 - y se desarrollaron a lo largo de estos años los servicios que esta Institución presta en la actualidad.
http://www.apna.es/paginas/apna2.html#autismo
AUTISMO
El autismo es un desorden en el desarrollo de la conducta de un niño. Forma parte de un conjunto de desórdenes conocidos como Desordenes del Espectro Autista (ADS por sus siglas en inglés). Otros trastornos son el Síndrome de Asperger, el Síndrome de Rett, etc. De éstos, el más común es el autismo (también llamado “autismo clásico”).
La palabra “autismo viene del griego auto (uno mismo, propio). Estudios recientes calculan que de 4 a 6 niños, por cada mil, padecerá alguna forma de autismo. Se presenta con mayor frecuencia en varones que en mujeres (en proporción de 4 a 1). Se desconoce la causa precisa de este desorden, pero se han identificado factores genéticos y de entorno. En contra de algunas creencias populares, no se ha encontrado ninguna relación causa/efecto entre la vacunación y el desarrollo del autismo. Por el momento no existe una cura para este trastorno, pero existen tratamientos en base a terapias y medicamentos que pueden controlar algunos síntomas específicos.
Los síntomas más comúnes del autismo los podemos agrupar en 3 categorias:
• Dificultad en la interacción social, usualmente los niños autistas tienden a aislarse desde una temprana edad, no responden a estímulos específicos (como por ejemplo, responder a su nombre, mirar a quien le dirije la palabra). Muestran poca o nula disposición a interactuar con otras personas. Como se dice popularmente están “encerrados en su propio mundo”, sin prestar atención a lo que acontece a su alrededor.
• Problemas en comunicación verbal y no verbal, a menudo los niños autistas tardan más en aprender a hablar que los otros niños. En cambio desarrollan una manera alternativa de comunicación, a través de gestos o mímica. En otros casos, a pesar de que pueden hablar adecuadamente, tienen dificultad iniciando o manteniendo una conversación.
• Desarrollo de patrones de conducta repetitivos o restringidos, que se pueden denominar como tics o manías. Algunas veces se repiten rituales específicos antes, durante o después de realizar alguna actividad en particular, sin los cuales es imposible llevar a cabo esa actividad.
Es muy importante que ante una sospecha de autismo, podamos obtener un buen diagnostico, pues muchas veces se puede diagnosticar erroneamente otros desórdenes como por ejemplo el Síndrome de Asperger, o el Síndrome de Rett. En estos casos, los desórdenes comparten algunos síntomas en común, pero requieren tratamientos distintos.
El tratamiento que requiere un niño que sufre de autismo difiere de paciente en paciente. Debido a que existen diversos grados de autismo, que devienen en diversas conductas, el tratamiento debe ser personalizado. En esto juegan un papel preponderante los padres, ya que mucha de la terapia o cuidados que se le puedan brindar al niño, empiezan en casa, tratando que se adapte lo más posible a la realidad, sin llegar al punto de incomodarlo. Existen en la actualidad diversas instituciones educativas tanto estatales como privadas que se especializan en la educación de niños con autismo, y que facilitan este proceso de adaptación. Una rápida consulta con el centro médico de su localidad le podrá dar más alcances sobre instituciones cercanas en su lugar de residencia.
El tener en la familia a un niño autista debe ser tomado como una oportunidad para descubrir los talentos y destrezas que tiene el niño y que por causa del desorden, no afloran tan facilmente como en otros niños. Existen muchos casos de autistas que llegan a mantener una vida practicamente normal, e incluso para algunos es una ventaja, como lo sostiene la Dra Temple Grandin, quien aparte de ser una autora de éxito y una activista sobre las condiciones en que los animales son sacrificados, es autista. Ello no le ha impedido obtener un grado académico en psicología y un doctorado en ciencia animal.
http://www.webdelbebe.com/psicologia/que-es-el-autismo.html
Cuando nace un niño, los padres y familiares van siguiendo paso a paso cada etapa de crecimiento del niño, pero en algunos casos los padres observan que a partir del primer año de vida de su hijo, este no evoluciona correctamente y no es tan sano como se creía. Hay un trastorno en su conducta, su hijo vive en su propio mundo al que no se puede llegar porque no habla, grita sin causa alguna, se balancea todo el día (rocking), miran durante horas fijamente un objeto, caminan
en punta de pie o siendo bebés caen de los brazos maternos como bolsas de arena. Ante estas observaciones los padres concurren al pediatra; quien luego de varios exámenes, diagnóstica el Síndrome autista. El autismo no es una enfermedad, es un síndrome, un conjunto de síntomas que caracterizan un trastorno degenerativo del desarrollo bio-psico-social. Es una discapacidad severa y crónica del desarrollo. Aparece durante los tres primeros años de vida y es más común en varones que en mujeres de todo tipo de raza, etnia y clase social de todo el mundo. Las personas con autismo tienen un promedio de vida igual que las personas de la población en general.
El conjunto de trastornos se los puede clasificar en tres grupos:
1. Trastorno de la relación social: no se relaciona con el mundo que lo rodea. Su relación es anormal con personas, objetos y animales. No distingue los acontecimientos.
2. Trastorno de la comunicación: cualquier combinación de los sentidos y sus respuestas están afectados (visión, oído, tacto, dolor, equilibrio, olfato, gusto) y el modo en que el niño maneja su cuerpo. El habla y el lenguaje no aparecen o retrazan su aparición a pesar de que existen capacidades intelectuales evidentes.
3. Trastorno psíquico: falta de flexibilidad mental.
El autismo no es curable pero si tratable. Es por esto que la psicoterapia se perfila como la puerta de ingreso a la "humanización", al amor, descubrimiento de la verdad que está en el se humano, estructuración de espontaneidad y, sobre todo, de coparticipación, de reciprocidad, de altruismo.
http://www.monografias.com/trabajos13/elautis/elautis.shtml
El autismo es un síndrome que estadísticamente afecta a 4 de cada 1,000 niños; a la fecha las causas son desconocidas, aún y cuando desde hace muchos años se le reconoce como un trastorno del desarrollo.
Salvo contadas excepciones, el autismo es congénito (se tiene de nacimiento) y se manifiesta en los niños regularmente entre los 18 meses y 3 años de edad. Los primeros síntomas suelen ser: el niño pierde el habla, no ve a los ojos, pareciese que fuese sordo, tiene obsesión por los objetos o muestra total desinterés en las relaciones sociales con los demás. En algunas ocasiones puede llegar a confundirse con esquizofrenia infantil.
Existen múltiples estudios genéticos que relacionan los cromosomas 5 y 15 con el autismo así como otros que buscan vincularlo con cuestiones biológicas como vacunas e intoxicación de metales. A la fecha, ninguno de estos estudios ha logrado sustentar su teoría y por lo mismo, no se puede precisar el origen mismo del síndrome.
Una definición sencilla podría ser:
“El autismo es un síndrome que afecta la comunicación y las relaciones sociales y afectivas del individuo”.

CARACTERÍSTICAS

Criterio de diagnóstico
El DSM-IV(APA 1994) indica que para un diagnóstico de autismo es necesario encontrar las características A, B, y C que se mencionan a continuación:
• A. Un total de seis o más manifestaciones de (1), (2) y (3), con al menos dos de (1), al menos una de (2), y al menos una de (3).
1. Trastorno cualitativo de la relación, expresado como mínimo en dos de las siguientes manifestaciones:
a. Trastorno importante en muchas conductas de relación no verbal, como la mirada a los ojos, la expresión facial, las posturas corporales y los gestos para regular la interacción social.
b. Incapacidad para desarrollar relaciones con iguales adecuadas al nivel de desarrollo.
c. Ausencia de conductas espontáneas encaminadas a compartir placeres, intereses o logros con otras personas (por ejemplo, de conductas de señalar o mostrar objetos de interés).
d. Falta de reciprocidad social o emocional.
2. Trastornos cualitativos de la comunicación, expresados como mínimo en una de las siguientes manifestaciones:
a. Retraso o ausencia completa de desarrollo del lenguaje oral (que no se intenta compensar con medios alternativos de comunicación, como los gestos o mímica).
b. En personas con habla adecuada, trastorno importante en la capacidad de iniciar o mantener conversaciones.
c. Empleo estereotipado o repetitivo del lenguaje, o uso de un lenguaje idiosincrásico.
d. Falta de juego de ficción espontáneo y variado, o de juego de imitación social adecuado al nivel de desarrollo.
3. Patrones de conducta, interés o actividad restrictivos, repetitivos y estereotipados, expresados como mínimo en una de las siguientes manifestaciones:
a. Preocupación excesiva por un foco de interés (o varios) restringido y estereotipado, anormal por su intensidad o contenido.
b. Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos y no funcionales.
c. Estereotipias motoras repetitivas (por ejemplo, sacudidas de manos, retorcer los dedos, movimientos complejos de todo el cuerpo, etc.).
d. Preocupación persistente por partes de objetos.
• B. Antes de los tres años, deben producirse retrasos o alteraciones en una de estas tres áreas: (1)Interacción social, (2) Empleo comunicativo del lenguaje o (3) Juego simbólico.
• C. El trastorno no se explica mejor por un Síndrome de Rett o trastorno desintegrativo de la niñez.
Aspectos cognoscitivos [editar]
Anteriormente se creía que el retraso mental se presentaba con frecuencia en individuos autistas. Uno de los problemas de esta determinación es que se basa en una medición del cociente intelectual (CI), la cual no es factible ni fiable en ciertas circunstancias. También se ha propuesto que puede haber individuos sumamente autistas que sin embargo son muy inteligentes y por lo tanto, capaces de eludir un diagnóstico de autismo. Esto hace que sea imposible hacer una determinación exacta y generalizada acerca de las características cognitivas del fenotipo autista.
Sin embargo, se sabe que los niños superdotados tienen características que se asemejan a las del autismo, tales como la introversión y la propensión a las alergias[cita requerida]. Se ha documentado también el hecho de que los niños autistas, en promedio, tienen una cantidad desproporcionada de familiares cercanos que son ingenieros o científicos.1 Todo esto se suma a la especulación controvertida de que figuras históricas como Albert Einstein e Isaac Newton, al igual que figuras contemporáneas como Bill Gates, tengan posiblemente síndrome de Asperger. Observaciones de esta naturaleza han llevado a la escritora autista Temple Grandin, entre otros, a especular que ser genio en sí "puede ser una anormalidad".2
Hay quienes proponen que el fenotipo autista es independiente de la inteligencia[cita requerida]. Es decir, se pueden encontrar autistas con cualquier nivel de inteligencia. Aquellos con inteligencia por debajo de lo normal serían los que tienden a ser diagnosticados. Aquellos con inteligencia normal o superior serían los que ganan notoriedad, según este punto de vista.
Rimland (1978) encontró que el 10% de los autistas tienen "talentos extraordinarios" en campos específicos (comparado con un 0,5% de la población general). Brown y Pilvang (2000) han propuesto el concepto del "niño que esconde conocimiento" y han demostrado por medio de cambios en las pruebas de inteligencia que los niños autistas tienen un potencial que se esconde detrás de su comportamiento.3 Argumentan también que la falta de optimismo que promueve gran parte de la literatura científica sobre el tema puede empeorar la situación del individuo autista. Dawson (2005), una investigadora autista, ha realizado comparaciones cognitivas entre individuos autistas y no autistas; encontró que su rendimiento relativo en las pruebas de Wechsler y RPM son inversos.4 Un estudio de la Universidad Estatal de Ohio encontró que los autistas tienen mejor rendimiento en pruebas de memoria falsa.5 Happe (2001) hizo pruebas a hermanos y padres de niños autistas y propuso que el autismo puede incluir un "estilo cognitivo" (coherencia central débil) que confiere ventajas en el procesamiento de información.6
En la actualidad los neuropsicólogos clínicos están llevando a cabo terapias cognitivas y evaluaciones e investigaciones sobre la implicación del lóbulo frontal en el autismo, planteando unas posibilidades terapeúticas muy interesantes. Por tanto, el tratamiento neuropsicológico se plantea como necesario, siempre y cuando se pueda obtener efectividad.
Alto y bajo funcionamiento [editar]
Un criterio común para la distinción entre autismo de alto y de bajo funcionamiento es un cociente intelectual de más de 70-80 para aquellos que se dice que son de alto funcionamiento, y de menos de 70-80 para aquellos que se dice que son de bajo funcionamiento. Este criterio tiene varios problemas:
• Se cree que las pruebas de cociente intelectual son inadecuadas para medir la inteligencia de una persona autista, ya que están diseñadas para personas típicas. Es decir, estas pruebas asumen que existe interés, entendimiento, conocimientos lingüísticos, motivación, habilidad motriz, etc. Se conocen casos de personas autistas cuyo cociente intelectual cambia drásticamente dentro de un periodo relativamente corto, lo cual probablemente no indica un cambio real en el nivel de inteligencia.
• La percepción de "bajo funcionamiento" por lo general se refiere a carencia de habla, incapacidad para cuidarse de sí mismo, falta de interacción social, etc. Esto no siempre coincide con el criterio del cociente intelectual. Existen personas autistas que carecen de habla (aunque se pueden comunicar por escrito) con un cociente intelectual alto. Por otro lado, autistas con un cociente intelectual bajo podrían poseer la capacidad del habla.
• Los autistas varían extremadamente en sus capacidades. Una misma persona puede mostrar características de "alto funcionamiento" y otras de "bajo funcionamiento." Por lo tanto estas etiquetas son uni-dimensionales y su descriptividad deficiente.
• Las personas autistas que son de "bajo funcionamiento" en algún área pueden desarrollarse y volverse de "alto funcionamiento" en esa misma área. Alguien diagnosticado autista puede volverse indistinguible de alguien diagnosticado con Síndrome de Asperger.
Otras características [editar]
Una característica que se reporta comúnmente, pero que no es necesaria para un diagnóstico, es la de déficits sensoriales o hipersensitividad sensorial. Por ejemplo, a una persona autista puede molestarle un ruido que para una persona no autista pasa inadvertido. En muchos casos la molestia puede ser extrema, hasta el punto de llevar a comportamientos violentos. Por otro lado, un autista puede tener una gran tolerancia al dolor. Algunos aseguran que no se percatan del hambre o de otras necesidades biológicas.
En varios de los casos (no se conocen cifras exactas), puede haber un comportamiento auto-dañino, por ejemplo, el de golpearse la cabeza contra una pared. Otros comportamientos típicamente descritos son los de dar vueltas constantemente y aletear con las manos.
Otros desórdenes, incluyendo el síndrome de Tourette, impedimentos en el aprendizaje y el trastorno de déficit de atención, a menudo concurren con el autismo, sin causarlo. Debido a razones aún desconocidas, alrededor del 20% al 30% de las personas con autismo también desarrollan epilepsia cuando llegan a la etapa adulta.
Algunos autistas consideran que el autismo les da ciertas ventajas. Éste es el caso del Premio Nobel de Economía Vernon Smith [3], quien dice que el autismo es una "ventaja selectiva", ya que le proporciona la habilidad para hiperconcentrarse (una habilidad también apuntada por personas con TDAH).
La creencia común de que los autistas no tienen sentimientos no tiene una base real. De hecho los autistas parecen ser bastante sensibles en muchos sentidos. La dificultad se presenta en la expresión de los sentimientos, que se interpreta como una falta de los mismos.
Los autistas suelen referirse a sus características obsesivas como "perseverancias", y en algunos casos las consideran ventajosas. Algunos autistas cambian sus "perseverancias" con regularidad y otros tienen una sola "perseverancia" principal de por vida.